En los primeros cuatro meses de 2025, más de 18 mil niñas y adolescentes entre 10 y 19 años han dado a luz en Guatemala. Las cifras revelan una grave crisis social que afecta principalmente a menores de comunidades rurales e indígenas, donde la educación sexual y el acceso a servicios de salud son limitados.
UN VISTAZO A UNA REALIDAD QUE DUELE
Según datos del Registro Nacional de las Personas (RENAP) y el Observatorio en Salud Reproductiva (OSAR), entre enero y abril de 2025 se contabilizaron 18,219 registros de nacimiento de madres adolescentes. De ese total:
720 nacimientos fueron de niñas entre 10 y 14 años.
17,499 fueron de adolescentes entre 15 y 19 años.
Los departamentos con mayor número de casos son:
Guatemala: 2,775 nacimientos
Alta Verapaz: 2,216 nacimientos
Huehuetenango: 2,033 nacimientos
Quiché: 1,552 nacimientos
San Marcos: 1,249 nacimientos
La mayoría de estos casos están concentrados en regiones con alta vulnerabilidad social, donde persiste la pobreza, el machismo, el racismo estructural y el limitado acceso a educación integral en sexualidad.
Los embarazos en niñas menores de 14 años son, en su mayoría, producto de violencia sexual, muchas veces ocurrida en el entorno familiar o comunitario, lo que agrava aún más la situación.
UNA EMERGENCIA QUE NO PUEDE ESPERAR
Organizaciones defensoras de derechos humanos han hecho reiterados llamados a las autoridades para que se implemente una educación sexual integral en las escuelas, se fortalezcan los servicios de atención médica y psicológica para las víctimas, y se castigue a los agresores.
“Estamos hablando de niñas que han sido obligadas a vivir como adultas. Cada nacimiento en estas edades representa una violación a sus derechos humanos más básicos”, denunció un representante de OSAR.
EL FUTURO EN RIESGO
Estas cifras no son solo estadísticas. Son vidas interrumpidas, infancias truncadas y futuros comprometidos. El embarazo adolescente en Guatemala no solo pone en riesgo la salud de las niñas, sino que perpetúa un ciclo de pobreza y exclusión.